Cuando Jordi Brizo me contactó para hacerme llegar un ejemplar físico de El perfil solamente me dijo que se trataba de una novela corta, una distopía futurista con mucha representación queer. No era mucha información, pero con el tema de la representación ya me tenía ganada. Así que dije que sí.
No podía imaginarme ni remotamente lo peculiar que iba a ser esta novela corta (novelette?).
Al empezar la historia nuestro protagonista se encuentra en una habitación desconocida, no tiene recuerdos de quién es. Por no recordar, no recuerda ni su nombre.
Su luz es inquietantemente uniforme. Todo es tan perfecto e inmaculado que resulta aterrador. Como si acabaran de sacarlo del envoltorio.
Sin embargo, la voz de un ordenador le pide que rellene los datos en su perfil de Edén. Así que nuestro protagonista decide escogerse un nombre (y una edad). Por tal de que el dichoso sistema se calle.
Pronto descubre que será este sistema quien dirija su vida a partir de ahora, a través de numerosos retos (deportivos, mentales e incluso artísticos). Poco a poco nuestro protagonista explorará las distintas salas que componen su vivienda. E incluso probará a revelarse.
Una parte de mí me pide que deje de resistirme, pero la otra se sigue preguntando: ¿quién eres?¿dónde estás?¿cuál es el propósito de todo esto?
No quiero contar demasiado de la novela, porque precisamente en el misterio reside su atractivo. Es imposible no apreciar las referencias a The Circle, El show de Truman o Los juegos del hambre. Pero al mismo tiempo esta novela corta es única y diferente a todo lo nombrado anteriormente. No podeis dejar de leer El perfil.
El ejemplar para esta reseña ha sido cedido por Novacasa editorial y el autor Jordi Brizo, desde aquí quiero darles las gracias.
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